Hola, me presento de nuevo. Mi nombre es César Zertuche.

Quise escribir esto para compartirles la historia de mi último año y conectar con ustedes: amigos, conocidos de otras etapas de mi vida y cualquier nueva persona que se sienta identificada, ya sea por afinidad o por simple curiosidad. Este es un texto de autodescubrimiento, y por lo tanto, tiene mucha vulnerabilidad. Espero que, si lo comentan, sea con sensibilidad y criterio.

Parte 1

En septiembre de 2023, me despidieron de la compañía que en un principio era el lugar de mis sueños, y con sincera humildad, puedo decir que fue lo mejor que me pudo haber pasado. Estuve cinco años trabajando en una de las compañías más importantes de México, haciendo publicidad para las marcas más valiosas del país. Era el sueño de todo publicista: estar en un semillero de briefs con presupuestos robustos para materializar tus ideas y obtener, de cierta manera, premios y reconocimiento asegurados.

Pero, a decir verdad, en los últimos dos años me había convertido en una persona infeliz y frustrada. Aunque siempre he sido alguien orientado a cumplir objetivos y logré cada uno de los KPIs (indicadores de éxito) que se me asignaron anualmente, sentía que mi carrera tenía un propósito incierto. Además, estaba trabajando en una cultura que, aunque en papel coincidía con mis valores, se había transformado en un entorno que ya no era coherente conmigo.

No quiero desviar la atención ni que esto parezca una crítica hacia nadie; tampoco es mi intención quejarme de los cambios, porque estos siempre ocurren durante las transiciones de administración. El propósito de compartir esta experiencia es que creo que a muchos nos ha pasado lo mismo, sentirse atrapados.

Por coincidencia del destino, al día siguiente de mi despido ya tenía un viaje programado a un resort todo incluido en Los Cabos con la persona que he estado saliendo, es relevante mencionar porque estaba en un estado de choque emocional con mucha reflexión frente al mar muy emocionado. Aunque esperaba el despido, eso no significaba que no fuera un trago amargo. Mi ego estaba resentido por sentirse no valorado, y también dolía dejar atrás a un equipo que había liderado con mucho cariño, había tristeza. Sin embargo, sentía también mucha liberación, era como un nuevo flujo de energía que dejaba de estar estancada. Y al toque, como dicen los argentinos, ya estaba pensando: “¿Qué sigue en mi vida? ¿Qué quiero para mi? ¿En dónde quiero estar?”

Muchas preguntas y la única cosa clara que sentía era una especie de rechazo de seguir haciendo lo que venía haciendo en una empresa nueva, pensé, el lugar será diferente pero el sentimiento será el mismo, “necesito detenerme, necesito darme un respiro para pensar, necesito inspirarme, quiero ver las cosas desde otro lugar”. Y así decidí irme a Nueva York. 

Vendí mis cosas, mi coche, terminé el contrato de mi departamento en CDMX, dejé a mis gatos con mamá y, cuatro meses después, emprendí mi viaje o dicho a lo mexa “me fui a la Ch” con todo y miedos e inseguridades.

Parte 2

Es septiembre del 2024 cuando estoy escribiendo esto. Llegué hace unos días a México y después del viaje puedo decir que soy una persona nueva, o al menos me siento, pienso y actúo de manera diferente. Comencé un proceso de transformación interna profundo que se tangibiliza en:

Aceptación de quien soy. Un hombre trans que aún con miedo decido ser feliz y empezar este otro viaje de transición con el corazón en la mano y el apoyo de la gente que me quiere.

Durante mi tiempo en Nueva York, reconecté conmigo mismo. Lo transformador de la ciudad es que, con tanta diversidad de personas en una isla, el mundo se siente un lugar más grande, donde una persona como yo no es tan diferente (claro, sé que hay personas trans en México, pero las únicas historias que conocía eran de supervivencia, resistencia o violencia). En Nueva York, habiendo tanto espacio para resignificar me y presentarme de nuevo a gente de todas partes del mundo, también el espacio que había en mí parecía más grande.

El diálogo interno cambió, y la verdad que había en mí fue brotando lentamente como una burbuja gigante de oxígeno que busca salir a flote desde el fondo del pozo de los sentimientos humanos, de donde brota el agua más pura y clara. Dejé de callar y de querer ignorar el intenso malestar que he llevado durante mi vida, para empezar a atender mi disforia de género. Para dar contexto esta es una experiencia compleja y varía de una persona a otra. En mi caso, sentía una profunda incomodidad con las características de mi cuerpo, acompañada de altos niveles de ansiedad y desesperanza, especialmente por sentir que no podía vivir de acuerdo con mi identidad.

Comencé a tener un cambio de actitud y, en lugar de estar siempre atento al peligro, empecé a estar atento a la felicidad. Durante ese periodo, leí El rinoceronte zen de John Tarrant, maestro Zen, donde encontré esta reflexión que resonó profundamente en mí:

‘Ser despedido o perder a alguien muy querido puede abrir una nueva vida, inesperadamente hermosa. En lugar de luchar contra lo que estás convencido que “debería estar sucediendo”—en mi caso, era hacer lo que otros me dijeron: “aceptarme tal cual vine al mundo” —tal vez sería más estimulante acercarse a los acontecimientos sin armadura, enfrentando su desnudez con tu propia desnudez. La felicidad cambiará algunas cosas que crees saber de ti mismo. Te pregunta: “¿Estás dispuesto a ser tú diferente?” o “¿Estás dispuesto a no ser tú?”. La felicidad es un riesgo para el yo que conoces, porque no necesita el relato que te ha acompañado.’

Estas palabras, junto con haber conocido a personas trans que habitan su verdad con plenitud, me llenaron de emoción y valentía para iniciar mi propia transición. Sin prestar atención al odio, poco a poco voy habitando mi propia verdad.

Además, y no menos importante, descubrí uno de mis propósitos que es ayudar a personas talentosas a construir su marca.

Esta idea surgió por varias razones:

  • Lo competitivo que se ha vuelto el mercado laboral. Si quieres comenzar en una nueva empresa, industria, ciudad o país diferente, puede parecer imposible navegar un entorno donde nadie te conoce.
  • He conocido a muchas personas con talento que, al igual que yo en su momento, se sienten estancadas. Buscan crecer, pero carecen de las herramientas y el conocimiento necesarios para definir, primero, qué quieren hacer, y segundo, cómo generar un modelo de negocio basado en su propia esencia y verdad.
  • Al estudiar perfiles públicos de speakers, CEOs, influencers y personas como tú y yo en los Estados Unidos, he visto cómo están gestionando su comunicación y presencia. Estoy convencido de que en LATAM tenemos muchísimo talento, pero a veces nos falta un marco estructurado.
  • También he notado lo importante que es para las agencias de PR, que manejan talentos, conocer a fondo el perfil de sus clientes para poder crear planes de desarrollo y análisis de riesgos efectivos.

¿Cómo? Aplicando mi experiencia en construcción de marcas y agregando principios de neurociencia y de la economía del comportamiento.

¿Por qué? Porque la neurociencia ofrece una perspectiva única sobre cómo las personas perciben y procesan la información.

Al aplicar principios de economía del comportamiento y psicología cognitiva, que he estudiado durante mi viaje, puedo guiar en la creación de marcas personales que no solo resulten atractivas visualmente, sino que también conecten emocionalmente con tu audiencia. Este enfoque científico garantiza que cada interacción tenga un impacto significativo y que las decisiones estratégicas estén fundamentadas en datos y evidencia.

Aunque la creatividad y la neurociencia puedan parecer mundos separados, están profundamente interconectadas. La creatividad surge de cómo el cerebro procesa y asocia ideas, mientras que la neurociencia nos proporciona las herramientas para comprender y potenciar esos procesos. Al integrar ambas disciplinas, puedo ayudar a las personas a desbloquear su potencial y construir marcas personales auténticas, innovadoras y conectadas con su esencia.

Por eso he decidido tomar acción e iniciativa y empezar a crear contenido. Ser congruente y con el ejemplo crear mi marca personal y mostrar cómo se hace en el camino. Sin miedo al cringe les empezaré a compartir desde mi propia voz diferentes tipos de materiales que espero les funcione, sea relevante o al menos les entretenga. 

Y así te comparto mi historia, mi nuevo nombre, y mi marca, porque vaya que este launching viene completo. 

Mi historia termina en libertad.
César Zertuche.